Jesús A. Manzaneque

I.E.S. "Isabel Martínez Buendía" - Pedro Muñoz, Ciudad Real, Castilla-La Mancha, España.

lunes, 27 de julio de 2015

Iconografía Clásica - La Nereida Tetis, Peleo y Aquiles


Peleo violando a Tetis entre Quirón y una Nereida
Ánfora ática de figuras negras 
510 a.C. / Staatliche Antikensammlungen, Munich



Tetis en la Teogonía de Hesíodo:

En cuanto a las hijas de Nereo, viejo del mar [...] la diosa Tetis, de plateados pies, sometida a Peleo, dio a luz a Aquiles, destructor de hombres, furioso como un león


 Tetis y Peleo en las Metamorfosis de Ovidio:

Peleo, casado con la diosa Tetis, se ensoberbece menos de su abuelo que de su suegro, pues muchos son nietos de Júpiter, pero sólo él es esposo de una diosa. Pues a ésta había anunciado Proteo que el hijo que concibiera sería más grande que el padre que lo engendrara, razón por la cual Júpiter, aunque la amaba, no quiso que hubiera algo mayor que él en el mundo y, renunciando a ella, ordenó que lo sucediera en sus amores el nieto de Eaco.
Hay en Tesalia un golfo en forma de hoz que si fuera más profundo sería puerto. El mar llega a sus playas y su costa es sólida y no guarda huellas ni vacila cubierta de algas. Cerca de ella hay una selva de mirtos bicolores y una gruta que no se sabe si fue hecha por el arte o la naturaleza, aunque más parece que aquél fue su autor. Allí solía venir Tetis desnuda, montada en un delfín.
Mientras allí dormía la asaltó Peleo; ella rechazó sus ruegos, pero él la hubiera poseído por fuerza de no ser porque la diosa acudió a sus poderes de asumir diversas figuras. Así, tomaba la de ave, él detenía al ave; la de árbol, al árbol él se pegaba; por fin, la de tigre, aterrado, soltó los brazos Peleo. Entonces éste adora a los dioses del mar, con ofrendas de vino y entrañas de oveja e incienso, hasta que surge de un remolino Proteo y le anuncia que realizará sus deseos si, encontrando a Tetis dormida en su gruta, la ata con lazos tenaces y aunque ella tome innumerables figuras no la suelta sino cuando haya regresado a la propia. Después de hablar así el dios vuelve a sumergirse en sus olas.
Estaba el sol por ponerse cuando la hija de Nereo se dirigió a su lugar usual de descanso. Peleo la rodea entonces con lazos y no la liberta a pesar de que ella cambia apariencias. Por fin, viendo que no puede soltarse, reconoce que el héroe sigue un consejo divino y se da por vencida y se muestra tal como es. Peleo la toma y deja en su vientre al magno Aquiles.

La boda de Peleo y Tetis
Abraham BLOEMAERT
1638 / Mauritshuis, La Haya



Tetis, Peleo y Aquiles en la Biblioteca mitológica de Apolodoro:

Así se casó [Peleo con Tetis] en el Pelión y allí los dioses celebraron la boda con banquetes y cantando. Quirón le regaló a Peleo una lanza de madera de fresno y Posidón los caballos Balio y Janto, que eran inmortales.
Cuando Tetis dio a luz una criatura de Peleo, queriendo hacerla inmortal a escondidas de Peleo, la metía en el fuego por la noche para destruir la parte mortal que tenía procedente de su padre y de día lo ungía con ambrosía. Pero Peleo acechándola y viendo al niño saltar en el fuego pidió ayuda a gritos. Tetis viendo que se le impedía realizar su propósito abandonó al niño que aún no hablaba y se fue con las Nereidas. Entonces Peleo llevó el niño a Quirón, que lo recogió y lo crió con entrañas de leones y jabalíes y con médulas de osos y le dio el nombre de Aquiles, porque no aplicaba sus labios a los pechos; sin embargo su nombre anterior era Ligirón.


Tetis sumerge a Aquiles en las aguas de la laguna Estigia
Peter Paul RUBENS
1630-35 / Museo Boymans Van Beuningen, Róterdam


  
Tetis toma a Aquiles del cuidado de Quirón
Pompeo BATONI
1770 / Museo del Hermitage, San Petersburgo



 
Tetis y Aquiles en el Diccionario de mitología de Pierre Grimal:

Otra leyenda, en fin, afirma que en su infancia Aquiles fue bañado por su madre en las aguas del Éstige, el río infernal. Esta agua tenía la virtud de hacer invulnerables a todos los que en ella se sumergían. Sin embargo el talón por el que Tetis sostenía al niño no fue tocado por el agua milagrosa y quedó vulnerable.
[...]
Tetis advierte a Aquiles del fin que le aguarda: si va a Troya su fama será inmensa, pero breve su vida. Si se queda, en cambio, vivirá muchos años, pero sin gloria. Sin vacilar Aquiles opta por la vida corta y gloriosa. Tal es la tradición homérica.
Pero los poetas posteriores, sobre todo los trágicos, narran esta partida de una manera muy distinta. Dicen que un oráculo había revelado a Peleo (o a Tetis) que Aquiles moriría frente a Troya. Cuando entre los griegos se debatió la cuestión de marchar al Asia contra la ciudad de Príamo Peleo (o Tetis) trató de ocultar al muchacho vistiéndolo de doncella y recluyéndolo en la corte de Licomedes, rey de Esciro, donde compartía la vida de las hijas del monarca. Allí pasó nueve años. Llamábanlo Pirra (es decir, «la rubia») por sus cabellos de un rubio de fuego. Bajo este disfraz se unió a Deidamía, una de las hijas de Licomedes, con la que tuvo un hijo, Neoptólemo, que más adelante debería llamarse Pirro. Pero el disfraz fue inútil para burlar el destino.
Ulises había sabido, por mediación del adivino Calcante, que Troya no podría tomarse sin la intervención de Aquiles. Inmediatamente salió en su busca y acabó por enterarse del lugar de su retiro. Presentóse entonces en la corte de Esciro disfrazado de mercader y, entrando en el aposento de las mujeres, ofreció sus mercancías. Las mujeres escogieron utensilios para bordar y telas, pero Ulises había cuidado de mezclar armas preciosas con estos objetos. A ellas dirigióse inmediatamente la codicia de «Pirra». Muy poco le costó a Ulises persuadir al muchacho de que se descubriese.

Aquiles en Esciro
Fresco anónimo de la "Casa dei Dioscuri" de Pompeya
Siglo I / Museo Arqueológico Nacional de Nápoles



También se dice que, para estimular la manifestación del instinto bélico de Aquiles, Ulises imaginó otra treta: de repente hizo sonar la trompeta en el harén de Licomedes. Mientras las mujeres escapaban asustadas sólo Aquiles permaneció firme, pidiendo armas; tan poderoso era en él el espíritu guerrero. 
Por tanto Tetis y Peleo hubieron de resignarse a lo inevitable y nada contrarió ya la vocación guerrera de Aquiles. 
Al salir de Áulide, donde se hallaba concentrada la flota griega, Tetis dio al héroe una armadura divina, ofrecida antaño por Hefesto a Peleo como regalo de boda. Añadió a ella los caballos que Posidón le había regalado en la misma ocasión. Además, en un último esfuerzo para conjurar el destino, colocó junto a su hijo a una esclava, cuya única misión era impedirle, con sus consejos, que diese muerte a un hijo de Apolo, pues un oráculo había revelado que Aquiles moriría de muerte violenta si mataba a un hijo de Apolo, sin dar más datos sobre él.

Tetis entrega a Aquiles las armadura fabricada por Hefesto
Anton VAN DYCK
1630-32 / Museo de Historia del Arte de Viena













jueves, 18 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Anfítrite

  
Neptuno y Anfítrite
Mosaico anónimo 
Siglo I  / Casa de Neptuno y Anfítrite de Herculano



Anfítrite en el Diccionario de mitología de Pierre Grimal:

Anfitrite es la reina del Mar, «La que rodea el mundo». Pertenece al grupo de las hijas de Nereo y Doride, las llamadas Nereidas, y dirige el coro de sus hermanas.
Danzando un día con ellas cerca de la isla de Naxos Posidón la vio y la raptó. Se cuenta también que Posidón la amaba desde hacía mucho tiempo, pero que por pudor la joven lo rechazó y se ocultó en las profundidades del Océano, más allá de las Columnas de Hércules. Descubierta por los Delfines fue conducida por éstos, en medio de un solemne cortejo, a Posidón, quien la hizo su esposa.
Desempeñaba junto al dios del mar el mismo papel que Hera junto a Zeus y que Perséfone cerca del dios de los muertos.
Se la solía representar rodeada de un numeroso séquito de divinidades marinas.

El Triunfo de Anfítrite
Hughes TARAVAL 
1780  / Mead Art Museum, Amherst, Massachusetts








miércoles, 17 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Galatea, Acis y Polifemo

  
La Galatea
RAFAEL Sanzio
1511 / Fresco de la Villa Farnesina, Roma



La Nereida Galatea en las Metamorfosis de Ovidio:

Escila está a la derecha y Caribdis a la izquierda; ésta absorbe y vomita las naves; aquélla tiene el vientre ceñido de perros y conserva el rostro de la virgen que, según los vates, fue alguna vez. Muchos la pretendían y ella, tras despreciarlos, iba a narrar sus amores a las ninfas del mar, a las cuales era muy grata. Mientras peina a Galatea, ésta le habla:
A Escila la desean hombres cultos a los cuales puede negarse impunemente; a ella, hija de Nereo y Doris y guardada por muchas hermanas, sólo con luto le fue posible evitar el amor del Cíclope. Y las lágrimas le impiden seguir; luego de secárselas con la mano Escila le suplica que le cuente el motivo de su dolor y la Nereida la complace.
Acis era el hijo y la alegría de sus padres, Fauno y la ninfa Simétida, y era el deleite de Galatea, la única a quien se había unido; tenía dieciséis años y la barba comenzaba apenas a nacerle a Acis. A Galatea buscaba de continuo el Cíclope y ella no podría decir si era mayor su amor por aquél o su odio por éste.
¡Qué grande es el poder de Venus! Polifemo, terrible incluso a las selvas, por nadie visto sin daño, despreciador del Olimpo y los dioses, sintió el amor y ardió de deseos olvidando sus rebaños y su morada. Y ya se preocupa por su arreglo y procura complacer y peina sus crines con rastros y se corta la barba con una hoz y compone su rostro viéndolo en el agua. Cesan sus impulsos sangrientos y van y vienen a salvo las naves.
[…]
Los amores de Acis y Galatea
Alexandre Charles GUILLEMOT
1827 / Colección privada



Una elevada lengua de tierra se extiende en el mar; el Cíclope se sienta en medio, a donde lo siguen sus rebaños sin pastor. Después que deja a sus pies su cayado, un pino grande como un mástil, toma la zampoña de cien cañas y los montes y el mar oyen sus silbos. Los escucha también Galatea, recostada con su Acis por allí cerca, y recuerda sus palabras.
Galatea es más blanca que el ligustro, más florida que el prado, más alta que el aliso, más brillante que el vidrio, más alegre que el cabrito, más lisa que las conchas pulidas por el mar; más noble que las manzanas, más insigne que el plátano, más clara que el hielo, más dulce que las uvas, blanda más que plumas de cisne o leche cuajada y, si no le huyera, fuera más hermosa que el jardín regado.
[…]
Él tiene un solo ojo, grande como un escudo, en medio de la frente. ¿Y qué? El Sol, con un ojo único, ve desde el cielo todas las cosas. Además, su padre, al cual le ofrece por suegro, reina en los mares. Que Galatea se apiade y oiga sus ruegos, pues a ella sola se rinde y venera, él que desprecia a Júpiter, al cielo y al rayo, que le es menos cruel que la que ama. Y todo lo sufriría si ella evitara a todos; ¿pero por qué si lo rechaza a él ama y abraza a Acis? Que éste plazca a sí mismo y a ella; pero que se le dé la ocasión y el Cíclope le hará sentir su fuerza, proporcionada a su tamaño, lo desgarrará y esparcirá sus pedazos en tierras y olas. Se quema Polifemo en llamas crecientes y percibe dentro de sí los poderes del Etna. Y Galatea no se conmueve.
Calla el Cíclope y la ninfa ve cómo, tras lamentarse, se levanta y yerra como el toro a quien se quitó la vaca; feroz, los mira a ella y a Acis, exclama colérico que ése será su último encuentro de amor y grita como sólo él puede gritar y hace erizarse al Etna. Se mete en el mar Galatea y Acis, huyendo, pide ayuda de ella y de sus padres. El Cíclope lo sigue, le arroja un peñasco del monte, con uno de cuyos extremos lo sepulta.
Entonces la Nereida hace lo que está en su poder: que él tome las fuerzas de su abuelo. La sangre que manaba bajo la peña comienza a perder su color purpúreo y toma poco a poco el del agua clara; se abre la peña y surge el arundo por sus grietas, y luego agua saltante. Milagrosamente se levanta de pronto, descubierto hasta el vientre, un joven con los cuernos adornados de cañas, quien, mayor y de color azul, es Acis convertido en río y con su mismo nombre.


Polifemo y Galatea
ANÍBAL CARRACCI
1605 / Fresco del Palacio Farnesio, Roma










martes, 16 de junio de 2015

Iconografía Cristiana - La profecía de Simeón


Simeón recibe a Jesús en el Templo
REMBRANDT van Rijn
1631 / Royal Picture Gallery Mauritshuis, The Hague, Países Bajos



Fuente iconográfica:
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel». 
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos». 


Lucas 2, 25-35


Iconografía Cristiana - Creación de todos los seres vivientes


El Jardín del Edén con la caída del hombre
Peter Paul RUBENS y Jan BRUEGHEL EL VIEJO
1617 / Royal Picture Gallery Mauritshuis, The Hague, Países Bajos



Fuente iconográfica:

Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie». Y así sucedió.

Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.

Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo».

Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». Y continuó diciendo: «Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde». Y así sucedió.

Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.

Génesis 1, 24-31





lunes, 15 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Nereidas

  
Nereida sobre un caballito de mar
Pintura mural anónima de la Villa d'Arianna de Pompeya
Siglo I / Museo archeologico nazionale di Napoli



Las Nereidas en la Teogonía de Hesíodo:

Adorables y divinas hijas nacieron en el Ponto estéril de Nereo y Doris, de hermosos cabellos, hija del Océano, río perfecto: Ploto, Eucranta, Sao, Anfítrite, Eudora, Tetis, Galena, Glauca, Cimótoa, Espeo, Toa, la amable Halía, Pasítea, Érato, Eunice de rosados brazos, la graciosa Mélite, Eulímene, Ágave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Nesea, Actea, Protomedea, Doris, Pánope, la hermosa Galatea, la encantadora Hipótoa, Hipónoe de rosados brazos,Cimódoca que calma sin esfuerzo el oleaje en el sombrío ponto y las ráfagas de los vientos huracanados junto con Cimatolega y Anfítitre de bellos tobillos, Cimo, Égone, Halimeda de bella corona, la risueña Glaucónoma, Pontoporea, Leágora, Evágora, Laomedea, Polínoe, Autónoe, Lisiánasa, Evarna de encantadora figura y belleza sin tacha, Psámata de gracioso porte, la divina Menipa, Neso, Eupompa, Temisto, Prónoe y Nemertes que tiene la inteligencia de su inmortal padre. Estas cincuenta hijas nacieron del intachable Nereo, expertas en obras intachables. 

Las Nereidas en el Diccionario de mitología de Pierre Grimal:

Las Nereidas son divinidades marinas, hijas de Nereo y Dóride y nietas de Océano. Tal vez personifican las olas innúmeras del mar. Generalmente son cincuenta, pero a veces su número se eleva hasta ciento.
[...]
Estas Nereidas, en general, no desempeñan individualmente ningún papel en las leyendas; sin embargo, algunas tienen una personalidad más relevante que sus hermanas. Así, en primer lugar, Tetis, madre de Aquiles, luego Anfítrite, esposa de Posidón, Galatea, Oritía, que, más generalmente, pasa por ser hija del rey de Atenas Erecteo. 
Creíase que las Nereidas vivían en el fondo del mar, en el palacio de su padre, sentadas en tronos de oro. Todas eran bellísimas. Pasaban el tiempo hilando, tejiendo y cantando. Los poetas se las imaginaban también meciéndose en las olas, con los cabellos al viento, nadando entre tritones y delfines. 
Por lo general intervienen en las leyendas en calidad de espectadoras, raras veces como actrices. Lloran, con su hermana Tetis, la muerte de Aquiles y la de Patroclo. Indican a Herac1es cómo logrará de Nereo la información precisa sobre el camino del país de las Hespérides. Se hallan presentes cuando Perseo libera a Andrómeda, etcétera.

Nereidas
Gaston BUSSIÈRE
1927 / Colección privada











domingo, 14 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Ponto

  
Ponto
Mosaico anónimo
Siglos II-III / Museo del Bardo, Túnez



En la Teogonía de Hesíodo:

Ella (Gea) igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato comercio.
[...]
El Ponto engendró al sincero y veraz Nereo, el mayor de sus hijos. Además le llaman Viejo, porque, infalible y benévolo, no se le ocultan las leyes divinas, sino que conoce justos y sabios designios. Luego engendró, amancebado con Gea, al enorme Taumante, al arrogante Forcis, y a Ceto de hermosas mejillas, Euribia que alberga en su pecho corazón de acero y a Maximo uno de los mejores luchadores del olimpo.

En la Diccionario mitológico de Pierre Grimal:

Ponto, la "Ola", es la personificación masculina del mar. No posee leyenda propia y sólo figura en las genealogías teogónicas y cosmogónicas. Es considerado como hijo de Gea y del Éter.







viernes, 12 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Ninfas

  
Ninfas y Sátiros
Peter Paul RUBENS
1635 / Museo del Prado, Madrid



En la Teogonía de Hesíodo:

Gea […] También dio a luz a los grandes Ourea, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan en los boscosos montes. 

En la Diccionario mitológico de Pierre Grimal:

Las Ninfas son doncellas que pueblan la campiña, el bosque y las aguas. Son los espíritus de los campos y de la Naturaleza en general, cuya fecundidad y gracia personifican. Son consideradas como divinidades secundarias, a las cuales se dirigen plegarias. Habitan en grutas, donde pasan la vida hilando y cantando. Con frecuencia forman el séquito de una divinidad importante, en particular Ártemis, o de una de las propias ninfas de más alto rango, como ocurre con las criadas de Calipso o de Circe.
Existen varias categorías de ninfas, que se distinguen por el lugar donde éstas habitan: las Ninfas de los Fresnos, las Melíades, parecen ser las más antiguas. Luego las Náyades, que viven en las fuentes y las corrientes de agua. Las Nereidas se consideran a menudo como ninfas del mar en calma. En las montañas viven unas ninfas llamadas Oréades, y en las florestas otras que llevan el nombre de Alseides. Otras se hallan vinculadas a un lugar especial, como un árbol determinado, es el caso de las Hamadríades.
Las ninfas desempeñan un importante papel en las leyendas. Se encuentran muy a menudo como esposas de un héroe epónimo de una ciudad o un país. También intervienen repetidamente en mitos amorosos. Sus amantes ordinarios son los espíritus masculinos de la Naturaleza: Pan, los Sátiros, Príapo, etc. Con frecuencia los grandes dioses no desdeñan sus favores: se unen a Zeus, Apolo, Hermes, Dioniso, etc.

Ninfas y Sátiro
William-Adolphe BOUGUEREAU
1873 / Sterling & Francine Clark Art Institute, Massachusetts










Iconografía Clásica - Hijos de Nix e hijos de Eris

  
La barca de Caronte, Sueño, Noche y Érebo
LUCA GIORDANO
1685-86 / Fresco del Palazzo Medici-Riccardi, Florencia




Nix en la Teogonía de Hesíodo:

[Con su hermano Érebo (Oscuridad), Nix (Noche) concibió a Éter (Luminosidad) y Hemera (Día)] Parió Nix (Noche) al maldito Moros (Destino), a la negra Ker (Perdición) y a Thánatos (Muerte); parió también a Hipnos (Sueño) y engendró la tribu de los Oniros (Sueños). Luego ademas la diosa, la oscura Nix, dió a luz sin acostarse con nadie a Momo (Burla), a la dolorosa Oizís (Dolor) y a las Hespérides (Hijas de la Tarde) que, al otro lado del ilustre Océano, cuidan las bellas manzanas de oro y los árboles que producen el fruto. Parió igualmente a las Moiras (Cloto, Láquesis y Átropos, son los hados, las diosas del destino de los humanos) y las Keres (Espíritus de la destrucción y muerte), vengadoras implacables: a Cloto (hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso), a Láquesis (medía con su vara la longitud del hilo de la vida) y a Átropo (era quien cortaba el hilo de la vida) que conceden a los mortales, cuando nacen, la posesión del bien y del mal y persiguen los delitos de hombres y dioses. Nunca cejan las diosas en su terrible cólera antes de aplicar un amargo castigo a quien comete delitos. También alumbró a Némesis (Castigo merecido), azote para los hombres mortales, la funesta Nix. Después de ella tuvo a Apate (Engaño), a Filotes (Amistad, Ternura) y la funesta Geras (Vejez), y engendró a la astuta Eris (Discordia). Por su parte la maldita Eris parió al doloroso Ponos (Pena), a Lete (Olvido), a Limos (Hambre) y Algea (Dolor), a las Hisminas (Disputas), las Macas (Batallas), los Fonos (Matanzas), las Androctasias (Masacres), los Neikea (Odios), los Pseudologos (Mentiras), las Anfilogías (Ambigüedades), a Disnomía (Desorden) y a Ate (Ruina e Insensatez), todos ellos compañeros inseparables, y a Horcos (Juramento), el que más dolores propicia a los hombres de la tierra siempre que alguno perjura voluntariamente.


Noche
Alexandre-Auguste HIRSCH
1875 / Salón de 1875, París










jueves, 11 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Venus y Adonis e Hipómenes y Atalanta


Venus y Adonis
TIZIANO Vecellio
1554 / Museo del Prado, Madrid



En las Metamorfosis de Ovidio:

Así descuida a Citeres y Pafos y Gnido y Amatunta y al cielo mismo y sólo, cautiva, piensa Venus en la hermosura de Adonis. Sólo a él se dedica y ella, acostumbrada a embellecerse y cuidarse en sitios sombreados, lo acompaña por cimas, selvas y peñas, vestida a la manera de Diana, y azuza perros y da caza a bestias inofensivas, liebres o ciervos o gamos. Se abstiene, en cambio, de seguir a feroces jabalíes, lobos, osos y leones.
Aconseja a Adonis que tema también a éstos diciéndole que sólo ataque a los que huyen y no a los que a su vez pueden atacar con sus armas naturales, para que no le ocasione a ella dolor con su valentía. Porque la edad y la figura que conmovieron a Venus no conmoverán a los leones ni a los jabalíes u otras fieras. Los jabalíes llevan el rayo en sus colmillos; los leones tienen la ira y el ímpetu y le son linaje aborrecible. Como él le pregunta por qué ella le responde; le contará el prodigio de una culpa antigua. Pero ahora está cansada del trabajo para ella no usual y lo invita a reponerse en la hierba, a la sombra de un álamo. Se tiende pues, con él, y le habla y lo besa.
Quizás él haya oído de una que vencía a los hombres en la carrera. El hecho fue verdadero y de ella no podía decirse si era más veloz o más hermosa. 
[…]
Atalanta vivió virgen, ahuyentando a sus muchos pretendientes con una condición: ella sólo sería de aquel que la venciera en rapidez, que así la recibiría como esposa. Pero en caso de ser derrotado, sería dado a la muerte. A esta terrible condición se sometieron muchos prendados de su belleza. Hipómenes, que asistía al certamen aquél, se preguntaba por qué se buscaba esposa con riesgo tan grande y condenaba los amores de los pretendientes. Pero cuando vio el rostro y el desnudo cuerpo de la virgen, cuerpo semejante al de Venus o el de Adonis si fuera mujer, se asombra y se arrepiente de haber criticado a los que la querían; se enamora de ella también y teme que alguien la venza en la carrera, envidioso, y decide competir a su vez, contando con que los dioses ayudarán a su audacia. Mientras él piensa, corre Atalanta.
[…] 
Mientras la mira cruza ella la meta y recibe la corona del triunfo. Gimen los vencidos y reciben la muerte pactada.
Sin atemorizarse por esto el joven la desafía.
[…] 
La hija de Esqueneo lo mira con blandos ojos y no sabe si desea vencer o ser derrotada.
[…]
Calla después y sintiendo su primer amor ama sin saberlo.
Ya el pueblo y el padre piden que comience la carrera, cuando Hipómenes ora a Venus y pide que lo asista y favorezca el amor que inspiró. El viento lleva sus ruegos al oído de la diosa que se conmueve y decide ayudarlo de inmediato. En Cipros está el campo Tamaseno a Venus consagrado y en el campo hay un árbol áureo. Viniendo de allí por casualidad la diosa traía en las manos tres manzanas de oro. Visible sólo a Hipómenes fue a él y, dándoselas, le enseñó cómo usarlas.

Hipómenes y Atalanta
GUIDO RENI
1618-19 / Museo del Prado, Madrid



Las tubas habían dado la señal de partir. Ambos salen inclinados y corren rozando la superficie de la arena […] Atalanta quien muchas veces se detuvo para no dejarlo atrás y dejó, contra su voluntad, de mirarlo. Él estaba ya sin aliento, lejos todavía de la meta, cuando arrojó una de las tres manzanas.
Pasmada la virgen corrió hacia ella y la levantó. Hipómenes pasa, entre el aplauso de los espectadores. La virgen recobra el tiempo y deja tras sus espaldas al joven. Retrasada otra vez por haberse detenido a recoger el segundo fruto, vuelve a dejarlo atrás. Quedaba la última parte de la carrera. Allí Hipómenes, luego de invocar a Venus, lanza al sesgo y lejos el tercer fruto. Al ver dudar a Atalanta la diosa la obligó a ir a recogerlo y lo hizo más pesado para amenguar su rapidez. Quedó atrás la virgen y vencida la obtuvo Hipómenes.
¿Acaso no mereció Venus recibir agradecimiento y veneración en sus aras? Pues Hipómenes no le dio gratitud ni incienso. Encolerizada por el desdén y para evitar ser desdeñada en lo sucesivo la diosa se vuelve contra ambos cuando pasaban por los templos que Equión dedicara a Cibeles y se detenían a descansar. Un incontenible deseo de ayuntarse con Atalanta ocupa al joven, que la conduce a un retiro próximo al templo, lugar sagrado a donde los sacerdotes habían puesto imágenes lignarias de los antiguos dioses. Allí profana el sagrario con actos prohibidos. Las imágenes se volvieron para no verlo y Cibeles no los mató porque tal castigo le pareció leve. En vez de eso hizo que sus cuellos se cubrieran de rojas melenas, encorvó en uñas sus dedos, hizo lomos de sus hombros, les dio anchos pechos y colas que barrieran la arena.
Sus rostros se ven iracundos y rugen cuando quieren hablar. Frecuentan las selvas y, a pesar de su ferocidad, muerden los frenos del carro de Madre de los dioses.

Fuente de Cibeles
VENTURA RODRÍGUEZ
1777-82 / Plaza de Cibeles, Madrid




Adonis debe huir de éstas y de todas las otras fieras que le hagan frente, a fin de que su valor no sea dañoso para él y para Venus.
Así aconsejó la diosa y se fue en su carro tirado por cisnes. Pero el valor de Adonis menosprecia tales palabras. Habiendo seguido sus huellas los perros hacen que un jabalí salga de su guarida y Adonis lo hiere con un golpe oblicuo. Sacude la fiera el venablo con sus corvos colmillos y persigue sangrienta a su heridor, a quien postra clavándole los dientes en el vientre. Cae agonizante el hijo de Ciniras.
Citerea, entre tanto, proseguía su vuelo hacia Cipros. Oyó entonces el gemir del moribundo y volvió el rumbo de sus cisnes. Y cuando desde el cielo lo vio revolviéndose en su propia sangre descendió hacia él y se golpeó el pecho y se mesó los cabellos y se quejó a los hados:

La muerta de Adonis (con Venus, Cupido y las Tres Gracias)
Peter Paul RUBENS
1614 / The Israel Museum, Jerusalem



No, empero, todo sería de ellos. Ella levantaría monumentos de su dolor y anualmente habría un simulacro de la muerte del amado y el lamento de la amante. Además la sangre de Adonis se cambiará en flor. Si Perséfone convirtió en menta miembros femeninos, ¿le estará prohibido a Venus transformar a Adonis? 
Habiendo hablado de este modo rocía la sangre con néctar. Se hinchó aquélla, transparente como una burbuja que sube del fondo cenagoso. Y antes que pasara una hora nació una flor color de sangre o de granos de granada, breve en su existencia y frágil en exceso, pues la deshacen los mismos vientos que le dan nombre.







miércoles, 10 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Afrodita, Anquises y Eneas


Venus y Anquises
Annibale CARRACCI
1597 / Fresco de la bóveda del Palacio Farnesio, Roma



Afrodita, Anquises y Eneas en la Teogonía de Hesíodo:

A Eneas le parió Citerea (Afrodita) de bella corona, en placentero contacto con el héroe Anquises en las cumbres azotadas por el viento del escabroso Ida.
Afrodita, Anquises y Eneas en la Biblioteca mitológica de Apolodoro:

De Asáraco y Hierommene, la hija de Simunte, nació Capis, a su vez de este y de Temiste, la hija de Ilo, nació Anquises, con el cual se unió Afrodita por deseo de amor y dio a luz a Eneas.
Afrodita, Anquises y Eneas en el Diccionario mitológico de Pierre Grimal:

Anquises es el padre de Eneas e hijo de Capis y de Temiste. Fue amado por Afrodita, que lo vio en el Ida, cerca de Troya, mientras apacentaba su ganado. Para hacerse querer de él Afrodita se le acercó presentándosele como la hija del rey de Frigia, Otreo, a quien Hermes había raptado y transportado a los prados del Ida. De este modo se unió a él. Más tarde le reveló quién era y le anunció que le daría un hijo, pero le recomendó que no dijese a nadie que el niño era hijo de una diosa, pues si Zeus se enteraba fulminaría al pequeño. Pero un día Anquises, en una fiesta en que había bebido demasiado vino, se jactó de sus amores y Zeus le castigó por ello volviéndole cojo con un rayo o, según otros, ciego.
[…]
En efecto, al revelar Afrodita a Anquises quién era la que acababa de unirse amorosamente a él le dijo: “Tendrás un hijo que reinará sobre los troyanos y otros hijos nacerán de este hijo y así sucesivamente para toda la eternidad”.
 Afrodita, Anquises y Eneas en los Mitos griegos de Robert Graves:

Aunque Zeus nunca se acostó con su hija adoptiva Afrodita, como algunos dicen que hizo, la magia de su ceñidor le sometió a una tentación constante y al final decidió humillarla haciendo que se enamorara desesperadamente de un mortal. Éste era el bello Anquises, rey de los dárdanos y nieto de Ilo, y una noche, cuando él dormía en su choza de pastor en el monte Ida de Troya, Afrodita le visitó disfrazada de princesa frigia, ataviada con una deslumbradora túnica roja, y se acostó con él en un lecho formado con pieles de osos y leones, mientras las abejas zumbaban soñolientamente a su alrededor. Cuando se separaron al amanecer ella le reveló su identidad y le hizo prometer no contarle a nadie que había dormido con él. Anquises se horrorizó al saber que había descubierto la desnudez de una diosa y le suplicó que le perdonara la vida. Ella le aseguró que nada tenía que temer y que su hijo sería famoso. Algunos días después, cuando Anquises bebía con sus compañeros, uno de ellos preguntó: “¿No preferirías dormir con la hija de fulano de tal que con la propia Afrodita?”. “No —contestó Anquises incautamente—. Habiendo dormido con ambas la pregunta me parece absurda”.

Zeus alcanzó a oír esta jactancia y lanzó contra Anquises un rayo, el cual lo habría matado al momento si Afrodita no hubiera interpuesto su ceñidor y desviado el rayo, que cayó en tierra a los pies de Anquises. Sin embargo, la sacudida debilitó de tal modo a Anquises que nunca más pudo mantenerse derecho y Afrodita, después de dar a luz a su hijo Eneas, no tardó en perder su apasionamiento por él.
    
Venus Curando a Eneas
Merry-Joseph BLONDEL
1815 / Museo del Prado, Madrid









miércoles, 3 de junio de 2015

Iconografía Clásica - Hermes, Afrodita y Hermafrodito


Marte y Venus capturados por Vulcano
LUCA GIORDANO
1670 / Akademie der Bildenden Künste, Viena



Afrodita/Venus y Hermes/Mercurio:

Cuando Vulcano atrapó a su bella e infiel esposa abrazada en el lecho a su amante, con la red que había fabricado expresamente para apresarlos, Mercurio dijo, al ver a la diosa del amor desnuda, instantáneamente enamorado, que no le habría importado que así lo hubiesen sorprendido a él con Venus.
Un día su padre, Júpiter, quiso satisfacer a su hijo y mensajero, y envió a un águila para que mientras la diosa se bañaba en un lago le robase una de sus doradas sandalias y se la llevase a Mercurio. Venus, en principio a cambio de la sandalia, se entregó a él, aunque quizás lo hiciera también agradecida por sus palabras cuando la vio atrapada en la red.


Hermafrodito en las Metamorfosis de Ovidio:

Piden luego que hable Alcitoe, quien […] comienza a referir la causa de que la fuente Salmacis enerve y afemine los cuerpos que tocan sus aguas.
Un hijo de Venus y Mercurio (Hermafrodito) fue criado por las náyades en las grutas del Ida; él, así como reunía en el rostro los rasgos de sus padres, unía en su nombre el nombre de ellos (Hermes y Afrodita). Cuando cumplió quince años de edad abandonó el Ida y se dedicó a vagar ocioso por lugares desconocidos. Así llegó a Licia, donde encontró una fuente translúcida hasta el fondo y cercada de verdes márgenes.
Habitaba la fuente una ninfa, la única de las náyades que no era seguidora de Diana, pues en lugar de consagrarse a la caza encontraba deleite en su propio arreglo y en la admiración de su propia hermosura; ociosa ella también se rodeaba de las aguas o se tendía en las riberas o cortaba las flores. En una ocasión en que las cortaba vio al hijo de Venus y Mercurio y quiso poseerlo. Pero antes de acercársele se arregló para parecer hermosa. Le habló entonces, admirando la dicha de quienes pudieran ser amados por él: sus padres, sus hermanos, su nodriza y, principalmente, su novia o su prometida, y se ofreció a serle ésta, si no tuviera ya alguna, o a tener con él amores ocultos, si ya la tuviera. Se ruborizó el niño y le convino el rubor. Atemorizado se negó a los abrazos de la ninfa y la amenazó con irse. Fingió ésta renunciar a su deseo y, apartándose, se ocultó entre los árboles para seguirlo viendo.
Él entonces, tentado por la claridad y la templanza de las ondas, se desnuda para sumergirse en ellas. Arde Salmacis de amor al verlo sin ropas y se contiene mal en su anhelo de gozarlo, hasta que al fin, mientras aquél nada, ella se desnuda también y entra con él en el agua y, a pesar de su oposición, lo besa y lo acaricia y lo abraza.
Sigue resistiendo el nieto de Atlas; pero ella se adhiere a su cuerpo y pide a los dioses jamás ser separada de él. Y los dioses la oyen, pues el cuerpo de ambos se mezcla, como una planta que crece injertada en otra. Así su cuerpo toma una doble forma en que hombre y mujer están juntos y no pueden distinguirse.
Cuando Hermafrodito sintió que había perdido características varoniles, rogó a sus padres que, tal como le había ocurrido a él, los hombres que se bañaran en esa fuente se ablandaran afeminándose. Venus y Mercurio, para complacerlo, infectaron la fuente y le concedieron lo que les había rogado.

   
Hermafrodito Borghese o Hermafrodita dormido
Copia romana de un original helenístico de POLICLES
Siglo II a.C. / Museo del Louvre, París









viernes, 29 de mayo de 2015

Iconografía Clásica - Venus y Marte


La fragua de Vulcano
Diego VELÁZQUEZ
1630 / Museo del Prado, Madrid


Hijos de Afrodita con Ares en la Teogonía de Hesíodo::

A su vez, con Ares, perforador de escudos, Citerea (Afrodita) concibió a los temibles Miedo y Terror, que ponen en confusión las compactas falanges de varones en la guerra sangrienta junto con Ares destructor de ciudades; y también a Harmonía, a quien el muy esforzado Cadmo hizo su esposa.

Venus y Marte en las Metamorfosis de Ovidio:

Este dios (Sol-Apolo) había sido el primero en percatarse de las uniones adulterinas de Venus y Marte, al enterarse de las cuales se dolió y las delató a Vulcano, el marido de aquélla, quien planeó sorprenderlos en flagrante. Con ese fin fabricó éste redes más tenues que telarañas y las dispuso en torno del lecho culpable. Cuando los amantes se acostaron allí y se abrazaron, se encontraron presos en ellas. Llamó Vulcano a los dioses para que los vieran y uno de éstos dijo que así querría verse aprisionado con Venus. Rieron los demás, y la historia fue muy conocida en el cielo.
  
Marte, Venus y Amor
TIZIANO Vecellio
1530 / Kunsthistorisches Museum, Viena







martes, 14 de abril de 2015

Iconografía Clásica - Eros y el mito de Amor y Psique


Psique reanimada por el beso del amor
Antonio CANOVA
1793 / Museo del Louvre, París


Eros en la Teogonía de Hesíodo:

Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en sus pechos.
[...]
La acompañó Eros (a Afrodita) [...] al principio cuando nació, y luego en su marcha hacia la tribu de los dioses. Y estas atribuciones posee desde el principio y ha recibido como lote entre los hombres y dioses inmortales: las intimidades con doncellas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor y la dulzura.


Eros y el mito de Amor y Psique en el Diccionario de mitología de Pierre Grimal:

Eros es el dios del Amor. Su personalidad, muy variada, ha evolucionado grandemente desde la era arcaica hasta la época alejandrina y romana. En las teogonías más antiguas Eros es considerado como un dios nacido a la par que la Tierra y salido directamente del Caos primitivo.
[...]
Poco a poco, bajo el influjo de los poetas, el dios Eros ha ido adquiriendo su fisonomía tradicional. Se le representa como un niño, con frecuencia alado, pero muchas veces sin alas, que se divierte llevando el desasosiego a los corazones. O bien los inflama con su antorcha o los hiere con sus flechas.
[...]
Una de las más célebres leyendas en que Eros desempeña un papel es la romántica aventura de Psique:
Psique, hija de un rey, tenía dos hermanas. Las tres eran hermosísimas, pero la belleza de Psique era sobrehumana; de todas partes acudían a admirarla. Sin embargo, mientras sus hermanas se habían casado, a Psique nadie la quería por esposa, pues su misma belleza asustaba a los pretendientes.
Desesperando de poder casarla, su padre consultó al oráculo, el cual le aconsejó que ataviase a su hija como para una boda y la abandonase en una roca, donde un monstruo horrible iría a posesionarse de ella.
Sus padres quedaron desolados; sin embargo, vistieron a la joven, y, en medio de un fúnebre cortejo, la condujeron a la cima de la montaña indicada por el oráculo. Luego la dejaron sola y se retiraron a su palacio. Psique, abandonada, era presa de desesperación. Y he aquí que de pronto se sintió arrastrada por el viento y levantada por los aires. El viento la sostuvo suavemente y la depositó en un profundo valle, sobre un lecho de verde césped. Psique, extenuada por tantas emociones, se quedó profundamente dormida y, al despertar, se encontró en el jardín de un magnífico palacio, todo él de oro y mármol.
Penetró en las habitaciones, cuyas puertas se abrían a su paso, y fue acogida por unas voces que la guiaron y le revelaron que eran otras tantas esclavas a su servicio. Así transcurrió el día, de sorpresa en sorpresa y de maravilla en maravilla. Al atardecer, Psique sintió una presencia a su lado: era el esposo de quién había hablado el oráculo; ella no lo vio, pero no le pareció tan monstruoso como temía. Su marido no le dijo quién era, y le advirtió que era imposible que ella le viera si no quería perderlo para siempre. Esta existencia continuó por espacio de varias semanas. Durante el día, Psique estaba sola en su palacio, lleno de voces; por la noche su esposo se reunía con ella, y Psique se sentía muy feliz.
Pero un día sintió añoranza de su familia y se puso a compadecer a su padre y a su madre, que sin duda la creían muerta, y pidió a su esposo permiso para volverse por un tiempo a su lado. Tras muchas súplicas, y a pesar de que se le hicieron ver los peligros que esta ausencia significaba, Psique acabó saliéndose con la suya. De nuevo el viento la transportó a la cumbre de la peña donde la habían abandonado, y dese ella le fue muy fácil regresar a su casa. La recibieron con gran alegría, y sus hermanas que residían por su matrimonio lejos de allí, fueron a visitarla.
Cuando vieron a su hermana tan feliz y recibieron los regalos que les había traído, se apoderó de ellas una gran envidia, y extremaron su ingenio para hacer surgir la duda en su alma y hacerle confesar que jamás había visto a su marido. Finalmente, la convencieron de que ocultase una lámpara durante la noche, y, a su luz, mientras él durmiese, contemplase la figura de aquél a quien amaba.
Volvió Psique a su morada, llevó a cabo lo que se le había aconsejado, y descubrió, dormido a su lado, a un hermoso adolescente. Emocionada por el descubrimiento, le tembló la mano que sostenía la lámpara y dejó caer sobre él una gota de aceite hirviendo. Al sentirse quemado, Eros, pues tal era el monstruo cruel a quien se había referido el oráculo, despertó y, cumpliendo la amenaza que había dirigido a Psique, huyó en el acto para no volver jamás.
Al faltarle la protección de Eros, la pobre Psique se lanzó a errar por el mundo; la perseguía la cólera de Afrodita, indignada de su belleza. Ninguna divinidad quería acogerla. Finalmente, cayó en manos de la diosa, que la encerró en su palacio, la atormentó de mil maneras y le impuso varias obligaciones: seleccionar semillas, recoger lana de corderos salvajes, y, finalmente, descender a los Infiernos. Allí debía pedir a Perséfone un frasco de agua de Juvenancia. Le estaba prohibido abrirlo, mas, por desgracia, Psique desobedeció cuando regresaba y quedó sumida en un profundo sueño.
Mientras tanto, Eros estaba desesperado; no podía olvidar a Psique. Al verla sumida en su sueño mágico, voló hacia ella y la despertó de un flechazo; luego subió al Olimpo y suplicó a Zeus que le permitiese casarse con esta mortal. Zeus le otorgó lo que pedía convirtiéndola en inmortal, y Psique se reconcilió con Afrodita.






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